El estanque de los lirios y la brisa dormida

El estanque de los lirios y la brisa dormida

En las afueras del pueblo de Almeranda, donde las llanuras dejan paso a bosques silenciosos y cerros solitarios, yace un estanque cuyas aguas reflejan el azul intenso del cielo. Su superficie, plácida y serena, está adornada por lirios que danzan suavemente al compás de una brisa dormida. En este escenario de paz y belleza natural, la historia de dos niños, Sofía y Gabriel, tomaría un rumbo hecho de maravillas y misterios.

Sofía, con su cabello tan negro como la noche sin luna, y ojos tan profundos que parecían ocultar universos enteros, amaba escuchar a los pájaros mientras dibujaba en su libreta espirales de colores con sus lápices de cera. Gabriel, por su parte, siempre inquieto y curioso, con sus rizos castaños desordenados y su eterno overol manchado de tierra, se encontraba fascinado por el mundo que le rodeaba, sobre todo por los diminutos insectos y las flores silvestres del estanque.

El comienzo del viaje

Una tarde, mientras el sol se inclinaba para besar el horizonte, algo extraordinario sucedió. Sofía dibujaba en su libreta un enjambre de mariposas cobrizas, cuando Gabriel corrió hacia ella, sin aliento por la sorpresa:

—¡Sofía, tienes que ver esto! ¡El estanque... hay algo en el agua! —exclamó él, señalando hacia el corazón líquido del bosque.

Curiosa pero renuente a dejar sus artes, Sofía se levantó y siguió a Gabriel por entre los árboles. Al llegar, el crepúsculo teñía el cielo de tonos púrpuras y dorados, haciendo que el agua del estanque brillase con una luz sobrenatural.

El descubrimiento

Justo bajo la superficie clara del agua, vieron la silueta de una criatura que ningún libro de ciencias había mencionado jamás. Con escamas que reflejaban el ocaso y ojos llenos de la sabiduría del mundo, una criatura parecida a un dinosaurio les observaba tranquilamente.

—Soy Aq'uarius —dijo la criatura con una voz que era un murmullo de olas y viento—, y necesito vuestra ayuda.

Sofía y Gabriel se miraron entre sí, el miedo inicial se transformó en una resolución temeraria. Acordaron ayudar a la misteriosa Aq'uarius.

La misión

—Debéis encontrar la Gema de la lluvia, que ha sido robada de mi estanque —continuó Aq'uarius—. Sin ella, las aguas se secarán y con ellas, la magia de este lugar.

Los niños no sabían dónde comenzar, pero el estanque de los lirios y la brisa dormida tenía sus propios secretos que revelar.

El encuentro con la Guardiana

Al borde del estanque vivía la Guardiana, una anciana cuya existencia estaba entrelazada con las aguas mismas. Su nombre era Amara, y su cabello, blanco como la espuma del mar, caía sobre sus hombros como cascadas de tiempo.

—Sabía que este día llegaría —susurró Amara cuando los niños le contaron su búsqueda—. El ladrón no está lejos. Seguid el sendero del oeste y encontraréis lo que buscáis.

Arropados por el manto de la noche y guiados por la luz de las estrellas, Sofía y Gabriel partieron hacia el oeste, donde el bosque se volvía salvaje y los secretos se escondían a la vista.

La prueba de la selva

El sendero los llevó a un trecho de bosque tan denso que apenas una chispa de luna podía filtrarse. Allí, donde los árboles contaban sus años en siglos, tuvieron que enfrentarse al enigma de las lianas que susurraban.

—Para pasar, debéis resolver nuestro acertijo —cuchichearon las lianas en un idioma antiguo que, sorprendentemente, los niños podían entender.

Con ingenio y paciencia, Sofía y Gabriel resolvieron el riddle y las lianas se abrieron, revelando el camino oscuro pero seguro que los llevaría al ladrón.

La confrontación

Al final del sendero, en una claraboya natural, los niños encontraron a un ser deslizándose entre las sombras, una figura encorvada que sostenía una gema brillante. Era la Gema de la lluvia que buscaban, pero el ladrón no era otro que un joven dragón, cuyas escamas relucían con la tristeza de haber cometido un gran error.

—¿Por qué robaste la gema? —preguntó Sofía con valor.

—Pensé que podría curar a mi hermano enfermo —confesó el dragón entre sollozos—. Pero comprendo ahora que el daño que causé es mayor a cualquier bien que esperaba hacer.

El dragón, conmovido por la valentía y compasión de los niños, les entregó la gema y los acompañó de regreso al estanque. La reconciliación estaba en el aire y la esperanza se tejía bajo las estrellas.

El regreso triunfal

Con la Gema de la lluvia en sus manos, Sofía y Gabriel devolvieron la piedra a Aq'uarius, que sonrió con una gratitud que llenaba el aire de armonía. El agua del estanque burbujeó y la vida regresó a su curso natural.

El joven dragón, ahora amigo de los niños y el estanque, prometió proteger ese lugar sagrado, asegurándose de que ningún mal volviera a perturbar su paz.

El milagro final

Como agradecimiento, Aq'uarius concedió a Sofía y Gabriel un deseo. Los niños, sabios más allá de sus años, pidieron la cura para el hermano del dragón. En un susurro de viento y agua, el deseo se concedió y una lluvia suave y curativa cayó sobre ellos, cantando una canción de renovación y esperanza.

El hermano del dragón sanó, y la leyenda del estanque de los lirios y la brisa dormida creció. La gente del pueblo hablaba de una magia suave que sosegaba los corazones y mentes de quienes se acercaban a sus aguas. Sofía y Gabriel eran ahora guardianes junto a Aq'uarius y el dragón, compartiendo historias y risas en las orillas donde la realidad se entrelaza con el sueño.

Reflexiones sobre el cuento "El estanque de los lirios y la brisa dormida"

En este relato de amistad, valentía y harmonía con la naturaleza, los personajes Sofía y Gabriel nos enseñan que la verdadeira magia reside en la empatía y el coraje para enfrentar los retos que se nos presentan. La historia del estanque nos recuerda que incluso en los rincones más insospechados y en los corazones más jóvenes, pueden encontrarse el asombro y la sabiduría para cambiar nuestro mundo. Este cuento invita a valorar el equilibrio y la belleza de los ecosistemas que nos rodean, así como a reconocer la fuerza que emerge de la unidad y la compasión.

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Lucía Quiles López

Lucía Quiles López es una escritora y cuentacuentos apasionada, graduada en Literatura Comparada, que ha dedicado gran parte de su vida a explorar diferentes formas de narrativa y poesía, lo que ha enriquecido su estilo de escritura y narración. Como cuentacuentos, ha participado en numerosos festivales locales y talleres en bibliotecas, donde su calidez y habilidad para conectar con el público la han convertido en una figura querida y respetada. Además de su trabajo como cuentacuentos, Lucía es una colaboradora habitual en revistas literarias y blogs, y actualmente está trabajando en su primer libro de cuentos.

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