La princesa y el dragón de cristal que les gustaba dormir

La princesa y el dragón de cristal que les gustaba dormir

La princesa y el dragón de cristal que les gustaba dormir

Érase una vez, en un reino lejano y rodeado de vastos bosques y majestuosas montañas, vivía una princesa llamada **Isabela**. La princesa Isabela era conocida por su **belleza inigualable**, con cabellos dorados que caían en cascada, ojos verdes que brillaban como esmeraldas y una piel tan tersa como el mármol. Pero más allá de su apariencia, era una joven de gran corazón, siempre dispuesta a ayudar a los necesitados y a escuchar las historias y problemas de los habitantes de su reino.

Isabela tenía un amigo muy especial, un **dragón de cristal** llamado **Draco**. Este dragón no era una criatura feroz como los otros dragones de las leyendas, sino un ser de infinita sabiduría y bondad. Su cuerpo, resplandeciente y transparente, reflejaba los colores del arcoíris cuando la luz del sol lo tocaba. Pero había algo peculiar en Draco: amaba dormir profundamente. Pasaba la mayoría de sus días descansando en una cueva brillante en el corazón del **Bosque Encantado**.

La historia comienza una mañana soleada, cuando Isabela decidió que el tiempo había llegado para desvelar un secreto que había guardado durante años. **Desde pequeña, Isabela soñaba con encontrar el legendario Libro de los Sueños.** Se decía que tal libro tenía el poder de conceder cualquier deseo y que se encontraba escondido en el interior de la cueva de Draco. Sin embargo, para conseguirlo, Isabela debía **despertar al dragón de su plácido sueño** y obtener su consentimiento.

Con valentía y determinación, la princesa se adentró en el Bosque Encantado, siguiendo el sendero de flores luminosas que marcarían el camino hacia la cueva de cristal. Tras varias horas de caminata, finalmente alcanzó la entrada. Ahí, la espera era sobrecogedora; todo dentro de la cueva era tan sereno, que Isabela sintió una inmediata calma en su ser interior.

“**Draco, querido amigo, necesito tu ayuda**”, susurró la princesa, su voz resonando como una suave melodía en los recovecos de la cueva.

Gradualmente, los ojos de Draco se abrieron, revelando una chispa de luz en su interior. Se desperezó lentamente y miró a Isabela con afecto.

“**Isabela, mi dulce princesa,**”, habló el dragón en un tono profundo y melodioso. “¿Cuál es ese deseo que te ha traído hasta mi morada?”

Isabela tomó una profunda respiración y, con voz firme, explicó su deseo de encontrar el Libro de los Sueños para poder proteger a su reino de las crecientes amenazas que se avecinaban desde las tierras oscuras del este, donde un hechicero llamado **Magnus** planeaba conquistar sus tierras.

“**Sabía que este día llegaría,**”, murmuró Draco con una sonrisa cariñosa. “He estado esperando el momento adecuado para entregarte la clave de tu destino.” Con un movimiento de su cola cristalina, el dragón reveló una puerta escondida al fondo de la cueva. “Debes recorrer el sendero más allá de esta puerta, enfrentarás desafíos que pondrán a prueba tu corazón y tu coraje. Solo así podrás alcanzar el Libro de los Sueños.”

Armada con la bendición de Draco y su inquebrantable espíritu, Isabela atravesó la puerta y se encontró en un mundo completamente distinto. El aire era denso y místico, los árboles susurraban secretos antiguos, y el suelo bajo sus pies parecía vibrar con energías arcánicas. No obstante, Isabela no titubeó.

El primer desafío surgió en forma de monstruosos enredaderas que trataban de atraparla. De repente, apareció un joven de cabellos oscuros y mirada misteriosa, que con una daga en mano, cortó las enredaderas liberando a la princesa. **Era Felipe**, un valiente guerrero siempre atento a cualquier señal de peligro en el bosque.

“**Princesa, estás en peligro, este lugar está lleno de trampas y criaturas desconocidas. No puedo permitir que continúes sola,**” dijo Felipe con firmeza.

Isabela, agradecida por la ayuda, asintió. Juntos siguieron adelante, pues Felipe era un experto en los intricados caminos del bosque mágico. En su recorrido, tropezaron con un **lago oscuro y nebuloso** donde una sirena llamada **Marina** guardaba el acceso al siguiente trayecto del sendero. Marina, con su voz melodiosa y su cabello azul ondeando, lanzó un enigma que Isabela y Felipe debían resolver para cruzar.

“**Solo aquellos cuyo corazón sea puro y sin miedo pueden pasar, pero deberán responder a esta pregunta: ¿Qué es lo que más ilumina vuestra alma?**”

Tras momentos de reflexión y discusiones, Isabela respondió con calma: “**Lo que más ilumina mi alma es la verdadera amistad y el amor sincero que compartimos con los demás.**”

Marina, satisfecha con la respuesta, creó un puente cristalino sobre el lago permitiendo su paso. A medida que atravesaban retos más inciertos, desde enfrentar sombras de su propio miedo hasta atravesar **laberintos plagados de ilusiones**, Isabela y Felipe fortalecieron su vínculo y su determinación. La princesa supo que cada prueba no solo les acercaba más al libro, sino que también les transformaba interiormente.

Finalmente, al pie de un **enorme roble dorado**, yacía una antiquísima puerta con inscripciones relucientes. Al abrir la puerta, encontraron el esperado Libro de los Sueños descansando en un pedestal de piedra. La emoción llenó el aire, pero justo cuando Isabela alzó el libro, una intensa luz cegadora los envolvió y aparecieron en la cueva de Draco.

“**Felicidades, mi princesa, has pasado todas las pruebas y has encontrado lo que buscas, pero el verdadero poder del libro radica en el deseo sincero de proteger sin dañar, de querer sin poseer y de soñar sin límites,**” pronunció Draco con sabiduría.

Con el inmenso poder del libro, Isabela pidió pacíficamente protección para su reino y el exilio del malvado Magnus a una tierra donde no pudiese causar más daño. Los deseos se cumplieron al instante, y la paz reinó nuevamente en el reino.

Felipe, cuya valentía y lealtad habían sido invaluables, quedó al lado de Isabela, y así, fuertes y unidos, regresaron triunfantes. Sobre la torre más alta, Isabela y Felipe observaron la tranquilidad que envolvía su hogar, mientras Draco volvía a su plácido descanso en la cueva de cristal, sabiendo que el reino estaba en las mejores manos.

Érase una vez y fueron felices para siempre, el reino floreció bajo el mandato de su valiente princesa y su fiel guerrero, uniendo corazones y almas para siempre.

Reflexiones sobre el cuento "La princesa y el dragón de cristal que les gustaba dormir"

Este cuento nos enseña que **la verdadera valentía no reside en la fuerza física, sino en la pureza del corazón** y la sinceridad de los deseos. Nos muestra que la amistad, el valor y la determinación pueden vencer cualquier obstáculo y preservar la armonía y la paz en nuestro entorno. Es un relato que inspira a confiar en nuestros amigos y creer en la bondad y la nobleza que todos llevamos dentro.

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Lucía Quiles López

Lucía Quiles López es una escritora y cuentacuentos apasionada, graduada en Literatura Comparada, que ha dedicado gran parte de su vida a explorar diferentes formas de narrativa y poesía, lo que ha enriquecido su estilo de escritura y narración.Como cuentacuentos, ha participado en numerosos festivales locales y talleres en bibliotecas, donde su calidez y habilidad para conectar con el público la han convertido en una figura querida y respetada.Además de su trabajo como cuentacuentos, Lucía es una colaboradora habitual en revistas literarias y blogs, y actualmente está trabajando en su primer libro de cuentos.

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