Eclipses de pasión cuando los cuerpos se funden

Eclipses de pasión cuando los cuerpos se funden

La brisa marina acariciaba las calles de Valparaíso mientras dos almas errantes se encontraban por mero azar en la empinada subida del cerro Alegre. Ella, Valentina, una pintora de ojos color café y piel salpicada de sol, trasladaba en sus lienzos la vibrante energía de su tierra natal. Él, Mateo, un músico argentino en cuyas venas corría la nostalgia del tango, había cruzado continentes en busca de inspiración. Sus miradas se cruzaron; una chispa inconfundible surcó el espacio entre ambos, como si de dos estrellas fugaces se tratase.

El destino había tejido una trama invisible que los llevaría a compartir un banco de madera frente al océano, donde Mateo desgranaba melodías mientras Valentina esbozaba contornos en su cuaderno de dibujo. Su conversación fluía natural, repleta de pausas contemplativas y risas cómplices que revelaban un entrelazado de almas antiguo y profundo.

Capítulo I: El encuentro

Fue en una tarde teñida de cobre y pátina cuando Valentina compartió su sueño más recurrente: "Estoy en un bosque susurrante, colores de otro mundo bañan todo a su paso, y así, en la penumbra, me encuentro con una figura que, sin rostro aún, pronuncia mi nombre con una dulzura que parece sanar todas las heridas." Mateo, con la guitarra aún entre sus manos, confesó sentirse parte de ese mismo sueño, como si su música fuese el eco de ese mundo onírico.

Capítulo II: Conexión

Los días se entrelazaron con las noches, y Valentina y Mateo exploraban la ciudad con la curiosidad de quien redescubre el mundo. Sus pasos resonaban en la armonía del empedrado, y sus voces se unían en un dueto espontáneo de palabras y notas. Fue en una galería de arte local, que Valentina expuso sus pinturas, donde la vibración de la música de Mateo envolvió los colores en una danza, sellando el encuentro de dos pasiones.

Capítulo III: Disonancia

Todo relato de amor posee sus matices de incertidumbre, y este no estaría exento. Un amanecer, una llamada inesperada quebró el silencio: la familia de Mateo, desde Argentina, exigía su retorno por asuntos urgentes. Valentina percibió la turbación en los ojos de su compañero, y una tormenta silenciosa se gestó entre ellos. ¿Podría el vínculo florecido soportar la distancia de tierras y corazones?

Valentina, con su firmeza envuelta en delicadeza, le dijo a Mateo: "Vete, y que la música sea tu brújula. Si nuestros caminos son uno, el viento nos volverá a juntar, tal como hoy." Con un abrazo cargado de promesas veladas, Mateo emprendió el regreso a su tierra natal, dejando tras de sí un vacío impregnado de notas mayores y menores.

Con la ausencia de Mateo, Valentina se sumergió en su arte como nunca antes; sus trazos eran más atrevidos, sus colores más intensos, como si cada pincelada fuese un mensaje lanzado a través de los océanos. Mateo, por su parte, encontró en la lejanía un impulso para componer canciones que narraban su odisea, cada letra un camino de retorno a Valparaíso.

Capítulo IV: El reencuentro

El tiempo, ese tejedor de destinos, llevó a Valentina a Buenos Aires en una exposición internacional de arte. Esa ciudad de lunas melancólicas y calles que respiraban historias ocultas sería el escenario de su reencuentro con Mateo, cuyo corazón latía al ritmo de un bandoneón.

  • El choque de sus miradas en un café de San Telmo.
  • Un concierto improvisado bajo un cielo plagado de estrellas.
  • La certeza del amor que sobrevive a cualquier eclipse de distancia.

Los callejones empedrados fueron testigos de sus pasos una vez más, y el tango los envolvió en un abrazo etéreo, entrelazando sus almas con la pasión que solo la música y el arte pueden fundir.

El final sorprendente llegó no con una respuesta, sino con una pregunta que Valentina formuló entre luces y sombras: "¿Y si este bosque de concreto se convierte en nuestro lienzo, nuestra partitura, nuestro hogar?" Mateo, con una sonrisa que era un preludio en sí mismo, asintió. Los ecos del río y la brisa porteña susurraban en aprobación.

Reflexiones sobre el cuento "Eclipses de pasión cuando los cuerpos se funden"

La idea principal de este relato reside en la conexión profunda que puede surgir entre dos almas, más allá de los límites geográficos y los desafíos que impone el destino. A través del viaje compartido de Valentina y Mateo, se explora cómo la música y el arte servirán de puentes inquebrantables entre corazones y culturas. El cuento invita al lector a sumergirse en los laberintos del amor y del arte, sugiriendo que la verdadera pasión, al igual que la creación, requiere de coraje para transformar los eclipses en luz.

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Lucía Quiles López

Lucía Quiles López es una escritora y cuentacuentos apasionada, graduada en Literatura Comparada, que ha dedicado gran parte de su vida a explorar diferentes formas de narrativa y poesía, lo que ha enriquecido su estilo de escritura y narración. Como cuentacuentos, ha participado en numerosos festivales locales y talleres en bibliotecas, donde su calidez y habilidad para conectar con el público la han convertido en una figura querida y respetada. Además de su trabajo como cuentacuentos, Lucía es una colaboradora habitual en revistas literarias y blogs, y actualmente está trabajando en su primer libro de cuentos.

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