El circo volador y la chica que soñaba con volar

El circo volador y la chica que soñaba con volar

Había una vez, en una época en que los cielos estaban llenos de maravillas, un pueblo conocido como Celestia. En este lugar, los colores parecían tener vida propia, bailando y brillando bajo la luz del sol como si estuvieran hechos de purpurina. Los habitantes de Celestia eran distintos a cualquier ser que hayas conocido; se trataba de dinosáuricos seres, criaturas majestuosas con escamas de tonos azules, verdes y dorados. Entre ellos, una jovencita llamada Alba destacaba por sus inmensas alas multicolores, aunque nunca había tenido la oportunidad de alzar el vuelo.

Alba vivía con su familia: su padre, Donato, con sus escamas azul zafiro tan fuertes como el acero, y su madre, Lía, quien tenía las alas más hermosas de la comarca, aunque un antiguo mal las había dejado débiles y sin fuerzas para volar. Los padres de Alba regentaban una tienda de reparaciones de todo tipo, donde arreglaban desde el mecanismo de un reloj hasta el ala de un vecino lastimado. A pesar de estar siempre rodeada de objetos y seres voladores, Alba no hallaba la manera de emprender el vuelo.

Un día, un cartel colorido llamó la atención de todos en Celestia. El evento más esperado había llegado: el Circo Volador venía a la ciudad, un espectáculo itinerante conocido por sus acróbatas aéreos y sus bestias danzantes sobre las nubes. "¡Esto es lo que necesito!", pensó Alba con emoción. "Quizás ellos puedan enseñarme a volar". Después de mucho pensarlo, decidió que iría a visitar el circo esa misma tarde.

El encuentro con el maestro del vuelo

Al llegar al circo, Alba se encontró con un mundo de ensueño; las luces de la tarde reflejaban los matices de los artesanos locales, sus juguetes aéreos y cometas, todos ofreciendo un preludio a la magia del circo. Alba buscó con la mirada a alguien que pudiera ayudarla y dio con Talón, el maestro del vuelo, un dinosaurio con gafas brillantes y plumas que parecían cintas de seda.

"Maestro Talón," comenzó Alba con voz tímida pero firme, "quisiera aprender a volar. He intentado de todas las formas posibles, pero no lo consigo". Talón la miró, sus ojos se entrecerraron en una mirada que parecía atravesarla, y finalmente dijo, "Prueba de nuevo, sóplame completamente con tu voluntad de conquistar los cielos".

Alba corrió a lo largo de la pista del circo, agitó sus grandes alas y... nada. Cayeron. Frustrada, pero no vencida, lo intentó una y otra vez, bajo la mirada atenta del maestro Talón, que no decía palabra. Como el sol tocaba ya las copas de los árboles, Talón finalmente habló. "La fuerza del vuelo no sólo reside en las alas, sino también en el corazón y en la mente. Ven conmigo al amanecer, iniciaremos tu verdadero entrenamiento".

Los secretos del vuelo

A la mañana siguiente, Alba descubrió que el vuelo era mucho más que agitar las alas. Bajo la tutela de Talón, aprendió sobre la danza con el viento, las corrientes de aire y cómo usar la aerodinámica de su cuerpo. También aprendió sobre el valor de la confianza en sí misma y la libertad del espíritu.

Los días se convertían en semanas, y Alba se sumergía más profundo en el arte del vuelo. Pero un suceso inesperado cambiaría su destino. Una terrible tempestad se cernió sobre Celestia, y con ella, una criatura de las leyendas, un descomunal Pterodáctilo que amenazaba con destruir el hogar de Alba.

Sin dudar, Alba se lanzó a la tormenta. A pesar de nunca haber volado realmente, sintió que todo lo aprendido con el maestro Talón la había preparado para este momento. El viento era potente, pero Alba lo usaba a su favor, girando y esquivando las ráfagas como si fuera un brillante danzante del aire.

La valentía de una joven con alas

El enfrentamiento con el Pterodáctilo fue épico. Alba, volando con una gracia recién descubierta, esquivaba cada ataque mientras buscaba la manera de calmar a la bestia. En un arriesgado acto, se posó sobre el lomo del monstruo y le susurró al oído palabras de paz que heredó de su madre Lía.

Para sopresa de todos, el Pterodáctilo se calmó y aterrizó suavemente. Bajo el ala de Alba, la criatura se redujo en tamaño hasta convertirse en un pequeño y agradable dinosaurio, una versión falible y amigable del temible ser que había aterrorizado a Celestia.

El circo volador, ahora con una nueva y sorprendente estrella, decidió quedarse en Celestia. Alba continuó volando, no solo por los cielos sino también en los corazones de todas las criaturas, mientras que sus padres, inspirados por su valentía, reabrieron sus alas y se unieron a su hija en el aire.

Y así, en un giro del destino, el deseo de Alba se hizo realidad, no sólo aprendió a volar, sino que también se convirtió en la salvadora de su hogar y en la maestra de una nueva generación de voladores. Descubrió que el poder del vuelo estaba en ella todo el tiempo, esperando a ser despertado por la valentía y la bondad.

Reflexiones sobre el cuento "El circo volador y la chica que soñaba con volar"

La verdadera aventura de Alba no sólo fue aprender a volar, sino también descubrir que las limitaciones que enfrentamos pueden romperse con coraje y amor. Este cuento es un recordatorio de que el valor que yace en nuestro interior a menudo se revela en momentos de grandes desafíos y que el apoyo de aquellos que creen en nosotros puede impulsar nuestra ascensión a nuevas alturas, al igual que Alba, la chica que soñaba con volar.

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Lucía Quiles López

Lucía Quiles López es una escritora y cuentacuentos apasionada, graduada en Literatura Comparada, que ha dedicado gran parte de su vida a explorar diferentes formas de narrativa y poesía, lo que ha enriquecido su estilo de escritura y narración. Como cuentacuentos, ha participado en numerosos festivales locales y talleres en bibliotecas, donde su calidez y habilidad para conectar con el público la han convertido en una figura querida y respetada. Además de su trabajo como cuentacuentos, Lucía es una colaboradora habitual en revistas literarias y blogs, y actualmente está trabajando en su primer libro de cuentos.

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