El abrazo de la noche y sus promesas susurradas

El abrazo de la noche y sus promesas susurradas

El abrazo de la noche y sus promesas susurradas

La luna llena adornaba el cielo de la pequeña ciudad costera de San Emilio, donde el aire salado se mezclaba con los suaves murmullos del mar. En una pintoresca casa de madera, María y Valeria habían encontrado su refugio. María, una arquitecta de mirada intensa y cabellos rizos castaños, había conocido a Valeria, una bibliotecaria de ojos verdes y sonrisa enigmática, en una antigua librería del centro hacía tres años. Lo que comenzó con un intercambio de libros y risas tímidas, había evolucionado en un amor profundo y verdadero.

Valeria tenía una habilidad especial para descubrir tesoros olvidados entre los estantes polvorientos. Solía perderse en mundos de palabras y relatos, lo que le otorgaba una perspectiva siempre nueva sobre la vida. María, por otro lado, era una detallista incansable que amaba diseñar puentes y edificios que conectaran personas y lugares. Juntas, conformaban una armoniosa sinfonía de creatividad y pasión.

Esa noche en particular, las dos se encontraban en el porche, envueltas en una manta compartida, disfrutando del espectáculo celestial. La brisa suave jugaba con los mechones sueltos del cabello de Valeria, y los dedos de María trazaban círculos pequeños y reconfortantes en su espalda.

—¿Sabías que esta luna se llama "Luna de la cosecha"? —preguntó Valeria, su voz suave y llena de curiosidad.

—No, no lo sabía —respondió María. —Siempre tienes un dato interesante que compartir, ¿verdad?

—No puedo evitarlo —rió Valeria—, es mi naturaleza.

De repente, una nave luminosa cruzó el firmamento, un cometa que parecía desaparecer en el horizonte del mar.

El misterio bajo la luna

La curiosidad innata de Valeria la impulsó a levantarse de un salto, llevándose a María consigo. El destello del cometa había dejado tras de sí una estela brillante que parecía guiarles. Se miraron a los ojos, sabiendo que esta sería una noche diferente.

—Vamos a seguir esa luz, ¿te atreves? —desafió Valeria.

—Siempre contigo —afirmó María, tomando su mano.

Caminando por la orilla, las risas y murmullos del agua se convertían en la banda sonora de su aventura nocturna. El camino las llevó a una cueva oculta que solo se revelaba bajo la luz de la luna. Decidieron adentrarse en su interior, sus pasos firmes y decididos resonaban en las paredes de la cueva, amplificando su eco.

—Esto parece sacado de uno de tus libros —observó María, emocionada.

La cueva, fría y húmeda, les ofrecía un escenario nuevo y misterioso. Atravesaron un estrecho pasillo que desembocaba en una cámara escondida, donde una pequeña luz titilaba en el centro. Al acercarse, descubrieron un baúl antiguo cubierto de musgo, cerrado por una cadena oxidada.

El contenido del baúl

Mientras Valeria buscaba una forma de abrirlo, María echó un vistazo a su alrededor. Notó inscripciones grabadas en la piedra, palabras y símbolos en un idioma olvidado. Finalmente, Valeria logró deshacer la cerradura con una roca afilada. Juntas levantaron la tapa, revelando un conjunto de objetos envueltos en telas viejas. Había un diario, unos colgantes y una caja pequeña.

—¡Mira esto! —exclamó Valeria, abriendo el diario.

Las páginas, amarillas por el tiempo, contaban la historia de dos mujeres que vivieron hace más de un siglo. Los colgantes, al parecer, eran amuletos que conectaban sus espíritus cada noche de luna llena.

—Es como si estuviéramos destinadas a encontrar esto —dijo María, asombrada.— Puedo sentir la conexión.

En la última página, había un mapa que conducía a otro lugar de la ciudad. Decidieron que su aventura no podía terminar ahí. Salieron de la cueva, siguiendo las indicaciones del mapa hasta llegar a un viejo faro abandonado.

Encuentro mágico

El faro se alzaba imponente frente al mar, sus escaleras chirriaban bajo sus pies mientras subían hasta lo más alto. Al llegar a la cima, encontraron una habitación circular con vistas panorámicas al océano. Sobre una mesa, algo brillaba bajo la luz de la luna: otro diario.

Lo abrieron con cuidado y leyeron sobre una leyenda que hablaba de un amor inmortal preservado por la luna y el mar. Decía que cada 50 años, si dos almas destinadas se encontraban bajo la "Luna de la cosecha", sus deseos más profundos se harían realidad. María y Valeria se miraron con la certeza de haber descubierto algo increíble y poderoso.

—¿Qué deseas más que nada? —preguntó María, entrelazando sus dedos con los de Valeria.

—Deseo que nuestro amor dure eternamente —respondió Valeria, con una sonrisa luminosa.

—Entonces, hagamos un voto aquí y ahora —propuso María, susurándole palabras de amor eterno.

Un final inesperado, pero feliz

En ese preciso momento, un resplandor envolvió la habitación. Las palabras del diario resonaban en sus mentes, y los colgantes que habían encontrado en la cueva comenzaron a brillar intensamente. Todo alrededor pareció detenerse, como si el tiempo mismo las estuviera protegiendo.

María y Valeria sintieron cómo un lazo invisible las unía aún más, algo que trascendía lo físico. Se abrazaron con fuerza, sabiendo que estaban a punto de ser testigos de un milagro. Entre lágrimas y risas, se dieron cuenta de que habían sido elegidas por la luna y el mar para llevar adelante esa conexión especial.

—Siempre supe que nuestro amor era algo más —murmuró María.

—Y yo también —convino Valeria, susurrando promesas eternas.

El resplandor comenzó a disminuir, y la luz de la luna volvió a llenar la estancia. Todo había cambiado y, sin embargo, permanecía igual. Las dos se miraron a los ojos, reconociendo en ellos la eternidad que habían prometido.

Desde aquel día, sus vidas se llenaron de momentos mágicos y la certeza de que, pase lo que pase, siempre estarían juntas. La luna y el mar las habían bendecido, y cada "Luna de la cosecha", recordaban esa noche especial, reafirmando su amor más allá del tiempo y del espacio.

Reflexiones sobre el cuento "El abrazo de la noche y sus promesas susurradas"

La autora ha querido transmitir la idea de que el amor verdadero no tiene límites y que, cuando dos almas están destinadas a encontrarse, ningún obstáculo puede interponerse en su camino. Con este cuento, no solo se pretende relajar y entretener, sino también celebrar el amor en todas sus formas, recordándonos que este puede ser mágico, sorpresivo y eterno, si nos permitimos soñar y creer en él.

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Lucía Quiles López

Lucía Quiles López es una escritora y cuentacuentos apasionada, graduada en Literatura Comparada, que ha dedicado gran parte de su vida a explorar diferentes formas de narrativa y poesía, lo que ha enriquecido su estilo de escritura y narración.Como cuentacuentos, ha participado en numerosos festivales locales y talleres en bibliotecas, donde su calidez y habilidad para conectar con el público la han convertido en una figura querida y respetada.Además de su trabajo como cuentacuentos, Lucía es una colaboradora habitual en revistas literarias y blogs, y actualmente está trabajando en su primer libro de cuentos.

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